Asumir que
nuestra pareja nos ha engañado nunca es plato de buen gusto. Está claro
que la gran mayoría de personas, cuyo concepto de pareja es el de la
monogamia, ven el adulterio como una pesadilla. Es
lógico, a nadie le gusta ver cómo le traiciona la persona sobre la que
más confianza se ha depositado. Da igual si ya existían sospechas o si
nos topamos de bruces con ello, nunca es fácil saber cómo debemos
reaccionar ante el engaño.
Es
cierto que existen determinados factores que pueden dificultar, aún
más, este traumático acontecimiento, como la existencia de hijos en común,
pero, por lo general, haya o no descendientes de por medio, no es
sencillo que el engañado sepa controlar su reacción ante un
acontecimiento tan traumático. Parecer un detective en busca de pistas
inculpatorias, convertirse en alguien obsesivo, padecer problemas de insomnio, ansiedad o depresión, hacer como si no ocurre nada, etc. Para el reputado psicoterapeuta Robert Weiss estas son algunas de las dificultades a las que cualquier engañado ha de enfrentarse en su duelo.
Algunas
personas son capaces de superar solas estas dificultades, o con poca
ayuda, pero lo más normal es que uno se encuentre ante una encrucijada,
repleta de preguntas sin respuesta, de la que no es tarea fácil
encontrar una salida. A partir de su experiencia en terapias, Weiss
indica en Psychology Today una serie de preguntas, a modo de FAQ, que todo engañado suele hacerse cuando se encuentra en esta difícil situación.
¿Debo tirar la toalla y separarme?
Weiss
indica que en un principio no es necesario. Antes de tomar una decisión
drástica es necesario reflexionar durante un tiempo sobre lo que
realmente queremos. Este periodo no debe ser ni muy corto ni demasiado
extenso, unos seis meses, y debe servir para pensar con
frialdad después del shock inicial. Este lapso de tiempo no debe verse,
sin embargo, como un limbo en el que hagamos como si no hubiera pasado
nada. No hay nada de malo en pasar una época más alejados uno del otro,
dejar de hacer planes juntos o buscar ayuda de un profesional. Hay que
buscar las mejores condiciones para pensar con calma.
¿A quién debo pedir ayuda?
Todo
el mundo que ha pasado por una situación similar sabe lo difícil que es
elegir con quién se va a hablar del asunto y con quién no. El primer
consejo, para Weiss, parte de no airearlo a los cuatro vientos,
especialmente en las, tan utilizadas, redes sociales. Este comportamiento visceral y vengativo no genera ningún beneficio sobre nosotros y puede causar daños colaterales
en seres queridos. La mejor decisión pasa por tener un comportamiento
prudente y abrirnos con aquellas personas con las que tengamos confianza
y sepamos que van a ayudarnos sin juzgar lo ocurrido. En ocasiones esto
no es sencillo con las personas que nos tienen aprecio, por lo que si
no encontramos una mano amiga quizá sea conveniente ir a terapia.
¿Es normal saber todo lo que ha ocurrido?
El ser humano es curioso, más aún si es sobre algo que le afecta de forma tan directa. Querer saber y entender
por qué ha ocurrido todo es una reacción muy habitual en alguien que
quiere superar una infidelidad. Esto no debería verse solo como una
necesidad, sino como un derecho, porque encajar las piezas de un
rompecabezas es la mejor forma de superar un hecho traumático. A pesar
de esto, la revelación de la verdad no debe convertirse en una lucha
intestina, sino que debe ser un proceso calmado, honesto y sincero.
¿Es el sexo la solución?
La
insatisfacción sexual es uno de los principales motivos por los que una
persona acaba engañando a su pareja. Cuando esto ocurre el engañado
puede caer en el error de sentirse culpable y buscar
satisfacer al infiel. Es evidente que si hay un engaño existe un
problema, pero el principal culpable no es el engañado, puesto que no es
el causante de la situación actual. Por tanto, uno nunca debe
culpabilizarse: “Quizá pueda sentirse mejor durante unos minutos, pero
esto no va a arreglar nada”, indica un Weiss convencido de que la
solución no pasa por una mayor sumisión.
¿Puedo poner nuevos límites a la relación?
Está
claro que cuando se produce un engaño cambia totalmente la situación de
la pareja, por lo que también es lógico que se establezcan unos nuevos códigos de comportamiento.
El primero, y más importante, es que no debe haber más trampas y
mentiras. A partir de esta premisa pueden establecerse nuevas barreras
que sirvan para que una persona demuestre que realmente está involucrado
en la relación. Mayor transparencia, más rigidez en los horarios, etc.
Una de las claves en una relación es el respeto y este se rompe en una
traición.
¿Volveré a confiar en mi pareja?
Esta
posiblemente sea la pregunta más complicada de todas. No existe ningún
esquema que pueda categorizar aquellas traiciones que puedan perdonarse y
aquellas que no. Autores como Stephen Diamond opinan
que la confianza es el ‘pegamento’ de una relación, por lo que es
imposible que esta funcione si no se recupera. Para Diamond la única
forma de hacerlo es gradualmente y sin concesión a un solo error.
Weiss opina similar, cree que es un derecho que debe ganarse de nuevo,
tarda un tiempo en conseguirse y, posiblemente, nunca vaya a ser como lo
era antes. Sin embargo, en ocasiones, el adulterio sirve como salvavidas de una relación, aunque resulte difícil de creer.
¿Y los niños?
No
todas las parejas tienen hijos en común, pero todo se dificulta si los
hay. Lo más importante es alejarlos del problema y saber tratar el tema
con ellos. Hay que evitar, a toda costa, los comentarios con rencor, las
opiniones sesgadas, las conversaciones subidas de tono y determinados
detalles que no tienen ningún interés para los pequeños. La mejor manera
de tratar esta situación es reconocer el problema con ellos, hablarlo,
responder acorde a la edad que tienen y recordarles que no tiene nada
que ver con ellos. El refuerzo positivo es básico para cualquier niño.
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